Es de sobras conocida la expresión “Mens sana in corpore sano”, una frase que se popularizó a finales del siglo XIX, cuando Pierre de Coubertin, fundador del COI (Comité Olímpico Internacional) en 1890, la utilizó para impulsar los Juegos Olímpicos modernos.
Pero su verdadero origen está en el siglo II, es una expresión del latín clásico, que proviene de un poema del autor romano Décimo Junio Juveno.
En esta época, esta frase iba mucho más allá del mero cuidado físico o del deporte. Por aquel entonces, se le daba gran valor e importancia a la formación intelectual, atlética, y espiritual del individuo (mente, cuerpo y alma) .
Y para estar sano, debía de existir equilibrio entre estas tres partes del ser.
Con esta introducción lo que quiero decir, es que muchas veces tendemos a confundir el cuidado del cuerpo sólo con tener una buena alimentación, y hacer ejercicio. Pero no es menos importante, tener una buena salud emocional para que nuestro cuerpo también esté sano.
Nuestra salud emocional, está directamente relacionada con la salud de nuestro cuerpo, pero a veces, sólo hacemos caso de ello cuando nuestro cuerpo ya no puede más, y los síntomas que percibimos son demasiado evidentes.
Rara vez nos detenemos a escucharnos a nosotros mismos, a sentir esas sensaciones corporales que aparecen; tensión, cosquilleos, sudores, mareos, cansancio, etc. , …
Actualmente vivimos en una sociedad muy mental, que hace que muchas veces estemos desconectados de nuestro cuerpo. Solemos desplazar nuestra atención a lo que sucede fuera de nosotros mismos; preocupaciones, trabajo, estudios, el qué dirán, etc., …
Además tendemos a pensar que podemos con todo, y de tanto pensar nos olvidamos de todo lo demás, de nuestra alma (emociones) y nuestro cuerpo.
Muchas enfermedades son el resultado o la consecuencia directa de un cúmulo de emociones reprimidas durante cierto tiempo. No se puede obviar el componente psicológico en la manifestación de síntomas físicos.
“El cuerpo grita lo que la mente calla”
Desde mi propia experiencia, puedo asegurar que esto es así. En una época padecí de muchos mareos y vértigos, llegaron a ser tan fuertes que me impedían hacer mi día a día, y muchas veces ni siquiera podía salir de casa.
Los médicos me hicieron pruebas de todo tipo, y aparentemente estaba sana, no tenía ningún tipo de alteración física, pero ahí estaban todos esos síntomas, que me impedían tener una vida normal.
Finalmente me paré a escuchar el significado de estos síntomas, qué era lo que me estaban diciendo, y aunque no fue de manera inmediata, acabé por entender lo que querían decirme . Emocionalmente no estaba bien, estaba reprimiendo mis emociones, y obraba en contra de mi misma, de mis valores. Durante un tiempo, mantuve una lucha, en la que mi mente intentaba dominar a la emoción, pero al final quien se impuso fue mi cuerpo.
Reconozco que algún tiempo antes de acabar enferma por completo como consecuencia de estos vértigos, ya presentaba algunos síntomas, pero los obvié, no les hice caso, hasta que se hicieron tan evidentes que ya no pude obviarlos más.
Con esta historia personal que he compartido, sólo quiero decir que, al final un dolor o una enfermedad nos obliga a reconocer aquello que nos falta, y aquello que no está bien en nuestras vidas.
Pero no hay que esperar a llegar a este punto. Si paramos a escucharnos, a observar cómo nos sentimos, y qué sentimos, podemos evitar acabar enfermando en muchas ocasiones.
Cuando empezamos a experimentar ciertos síntomas que no son normales, debemos de buscar su significado.
Aprender a integrar y asimilar este significado nos ayudará a armonizar nuestra vida, y encontrar el equilibrio.
Es importante reconocer el momento en el que nuestro cuerpo empieza a hablarnos: ¿cuál es su origen?, ¿qué vida llevamos cuando se presenta el síntoma por primera vez?, ¿qué estamos reprimiendo?, …
Escuchar a nuestro cuerpo nos permitirá entender qué es lo que necesitamos.
Es indiscutible, que somos seres dotados de una mente, un cuerpo y emociones. Ninguna de estas tres partes es menos importante que las otras, y todas ellas deben de recibir la misma atención por nuestra parte.
Nuestro cuerpo, mente y espíritu, es una maquina perfectamente equilibrada y preparada para asumir los diferentes procesos fisiológicos, mentales y emocionales de nuestra vida diaria.
Si descuidamos cualquiera de ellas, y no aprendemos a escucharnos con atención, será fácil que desencadenemos un desequilibrio en nuestra salud y bienestar.
Muchas gracias por tu atención.
Hola!!!estoy totalmente de acuerdo con tu relato,y gracias por compartirlo
Gracias a ti María por tu comentario! Saludos
Yo lo creo así; pero no puedo encontrar la forma para quitar de mi vida esas circunstancias…
Hola Maria Teresa,
Si crees que es algo que tú podrías cambiar pero no encuentras el modo, podrías buscar ayuda externa, alguien que te guíe para que puedas mirar el problema desde otra perspectiva.
Saludos, y gracias!
Gracias por compartirte, Sandra. Estoy al 100% de acuerdo contigo. Lamentablemente muchas veces pasamos por alto lo que nos dice nuestro cuerpo, hasta que llega un momento que se hace tan grande o evidente que no podemos hacer otra cosa que parar y mirar dentro de nosotros.
¡Abrazos!
Exacto! Muchas gracias Emma por tu comentario. Un fuerte abrazo!
Gracias por compartir tú historia, hay veces que sabes que es pero no como solucionarlo, sera por falta de voluntad, desgana, no se pero cuesta mucho. Gracias
Hola Pilar,
En mi caso yo tampoco sabía cómo solucionarlo y acudí a un profesional. Lo importante es ser consciente de que sucede algo y querer ponerle solución.
😊