Desde que somos pequeños, la sociedad, nuestros padres, … nos enseñan lo que está bien y mal, lo correcto e incorrecto, lo bueno y lo malo, … Se premia el acierto y se penaliza el error.
Nos han enseñado que el error es malo, y hemos crecido con esta creencia. Y precisamente esta creencia hacia el error, hace que muchas personas vivan limitadas, e impedidas en su crecimiento personal.
Esto se debe porque nosotros mismos, nos hemos ido convirtiendo en nuestros propios jueces. Y adiestrados por esta creencia de que el error es malo, nos decimos a nosotros mismos, que si hay algo incorrecto es negativo para nosotros, y nos sentimos mal, y lo evitamos.
Lo normal, es que por su naturaleza los seres humanos se establezcan metas y objetivos en sus vidas, ya que esto nos hace sentir bien porque de este modo damos sentido y significado a nuestra existencia.
Son muchas personas, las que viven su vida, día a día, persiguiendo estos objetivos y haciendo lo necesario por conseguir aquello que quieren, pero también hay muchas otras los rehúyen
Y, ¿por qué los rehúyen? Porque tienen miedo a fracasar. Es tan grande ese sentimiento de culpa y vergüenza al fracaso, que les paraliza a la hora de emprender acciones que les acerquen a lo que desean, y prefieren no arriesgarse.
Detrás de este tipo de personas normalmente, además de una baja tolerancia al fracaso, se esconde un gran sentido de la obligación, no se aceptan a sí mismas, y tienen una gran necesidad de control.
Este sentido de la obligación, les lleva a ser perfeccionistas: “Debo”, “Debería”, “Tengo que”, … Son personas que sienten y piensan que todo lo tienen que hacer bien, perfecto, porque de no ser así están fracasando. Al hacer esta reflexión, lo que hacen es dar un significado erróneo al fracaso, ya que desde su lógica, el error no significa equivocarse, sino fracasar como persona.
Estas personas no se conceden a sí mismas el derecho a equivocarse, y si fracasan o cometen un error se condenan por ello. Son personas con un concepto de sí mismas muy pobre, ya que se valoran en función de sus logros, de sus éxitos. Y es la consecución de sus metas lo que les da valor como personas, y por lo tanto el fracaso hace todo lo contrario, les quita valor. Son personas con una falsa autoestima, ya que ponen su valor en función de factores externos, que escapan a su control.
Sin embargo, las personas con una autoestima saludable, que se aceptan tal y como son, que se hacen responsables de sí mismas; de sus decisiones, acciones, resultados y consecuencias. Son personas que se aceptan incondicionalmente a pesar de cometer errores.
Aceptar el riesgo a fracasar, a equivocarse e incluso a ser criticados por otros, forma parte de nuestro proceso de crecimiento.
El fracaso es una de las experiencias más útiles para el ser humano, ya que en gran medida aprendemos de nuestros errores. Y desde este punto de vista, cada fracaso que tenemos es una oportunidad para aprender, para conocernos mejor a nosotros mismos, y para mejorar como personas.
Aceptar el error también nos da la oportunidad de aceptarnos a nosotros mismos, incluso cuando cometemos errores, de ser humildes, y reconocer que no pasa nada si nos equivocamos. Equivocarse forma parte de la vida.
El error nos brinda la oportunidad de aprender, de crecer como personas, de desarrollarnos. Nos muestra otras opciones. Podemos mirar el error como algo negativo, o verlo como una oportunidad de aprendizaje. Todo depende de la perspectiva con que lo mires.
“Todas las batallas sirven para algo, incluso aquellas en las que somos derrotados”
La Quinta Montaña, Paulo Coelho